
Participar, en principio, significa "tomar parte": convertirse uno mismo en parte de una organización que reúne a más de una sola persona. Pero también significa "compartir" algo con alguien o, por lo menos, hacer saber a otros alguna noticia. De modo que la participación es siempre un acto social: nadie puede participar de manera exclusiva, privada, para sí mismo. La participación no existe entre los anacoretas, pues sólo se puede participar con alguien más; sólo se puede ser parte donde hay una organización que abarca por lo menos a dos personas. De ahí que los diccionarios nos anuncien que sus sinónimos sean coadyuvar, compartir, comulgar. Pero al mismo tiempo, en las sociedades modernas es imposible dejar de participar: la ausencia total de participación es también, inexorablemente, una forma de compartir las decisiones comunes. Quien cree no participar en absoluto, en realidad está dando un voto de confianza a quienes toman las decisiones: un cheque en blanco para que otros actúen en su nombre.
El concepto de participación ciudadana por su misma naturaleza carece de significado, toda vez que la participación ciudadana puede presentarse en cualquier escenario de la vida social, jurídica y política. Sin embargo, en este ensayo trataremos de abarcar su concepción más amplia para después enfocarla en el ámbito democrático.
La participación ciudadana tiene dos componentes: participar que proviene del latín participare y significa tener uno parte o tocarle algo de ella, de tal manera que participación es la acción de participar o intervenir en un asunto o hecho, lo que implica, que al participar en asociación con nosotros, se compartan opiniones, acuerdos y se orienten de manera conjunta.
El segundo componente es el adjetivo ciudadana que proviene del sustantivo ciudadano haciendo hincapié el sentido de esa participación entre miembros de la misma categoría política (ciudadanos), la cual esta destinada a la promoción de acciones, cuyos propósitos solo tienen significado en el ámbito por excelencia del ciudadano.
Sin embargo podemos deducir que no existe un discurso teórico que de cuenta de una común visión, concepción o propuesta sobre la participación ciudadana. El problema radica en la forma como se concibe lo ciudadano, y corresponde a los investigadores hacer precisiones en torno a las formas de participación y la búsqueda de definiciones precisas.
Pero si se puede llegar a la conclusión de que ‘’La Participación Ciudadana es el encuentro entre instituciones del Estado por una parte y los movimientos, asociaciones y organizaciones sociales que representan y expresan los intereses de los ciudadanos; esto implica un proceso de interacción social entre grupos con poder formal y los que carecen de él, significa que en el proceso de formulación, definición y ejecución de políticas públicas el Estado debe renunciar al monopolio del poder político y administrativo’’.
La participación, pues, no es suficiente para entender la dinámica de la democracia. Pero sin participación, sencillamente la democracia no existiría.
Pero lo que debe quedar claro es que la democracia requiere siempre de la participación ciudadana: con el voto y más allá de los votos.
El concepto de participación ciudadana por su misma naturaleza carece de significado, toda vez que la participación ciudadana puede presentarse en cualquier escenario de la vida social, jurídica y política. Sin embargo, en este ensayo trataremos de abarcar su concepción más amplia para después enfocarla en el ámbito democrático.
La participación ciudadana tiene dos componentes: participar que proviene del latín participare y significa tener uno parte o tocarle algo de ella, de tal manera que participación es la acción de participar o intervenir en un asunto o hecho, lo que implica, que al participar en asociación con nosotros, se compartan opiniones, acuerdos y se orienten de manera conjunta.
El segundo componente es el adjetivo ciudadana que proviene del sustantivo ciudadano haciendo hincapié el sentido de esa participación entre miembros de la misma categoría política (ciudadanos), la cual esta destinada a la promoción de acciones, cuyos propósitos solo tienen significado en el ámbito por excelencia del ciudadano.
Sin embargo podemos deducir que no existe un discurso teórico que de cuenta de una común visión, concepción o propuesta sobre la participación ciudadana. El problema radica en la forma como se concibe lo ciudadano, y corresponde a los investigadores hacer precisiones en torno a las formas de participación y la búsqueda de definiciones precisas.
Pero si se puede llegar a la conclusión de que ‘’La Participación Ciudadana es el encuentro entre instituciones del Estado por una parte y los movimientos, asociaciones y organizaciones sociales que representan y expresan los intereses de los ciudadanos; esto implica un proceso de interacción social entre grupos con poder formal y los que carecen de él, significa que en el proceso de formulación, definición y ejecución de políticas públicas el Estado debe renunciar al monopolio del poder político y administrativo’’.
La participación, pues, no es suficiente para entender la dinámica de la democracia. Pero sin participación, sencillamente la democracia no existiría.
Pero lo que debe quedar claro es que la democracia requiere siempre de la participación ciudadana: con el voto y más allá de los votos.
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